¡Hola! Hoy me apetece escribir sobre un tema algo más serio, por decirlo de alguna forma, a lo que suelo escribir normalmente. Es un tema que lleva meses rondándome por la cabeza y que me parece que es importante tener presente. Se trata del derecho a tener derecho. A tener derecho a hacer o decir lo que creamos conveniente, a expresar nuestra opinión sin que se nos insulte ni censure, a quejarnos cuando lo creamos conveniente o a vestir lo que nos plazca.
Por mucho que se diga que vivimos en una sociedad liberal, tolerante y progresista, lamento deciros que no es cierto, al menos en mi opinión. Claro que hemos avanzado en muchas cosas desde el siglo pasado, pero no en tantas como se suele creer. Podría escribir sobre muchos temas... sobre el feminismo, la libertad, la libertad de expresión, los derechos humanos... Y de algo así me gustaría escribir hoy. La sociedad actual es liberal, tolerante y progresista con lo que le conviene. Pero cuando aparece algo a lo que no está acostumbrada o que resalta por no ser lo que está catalogado como "normal", es necesario domarlo hasta convertirlo en algo ordinario y anodino. Y si eso no da resultado, es preciso hacerlo desaparecer de raíz.
Pues no debe ser así.
Cada día me asombro más de lo ruin y cruel que puede llegar a ser la gente cuando encuentra algo que destaca pero a lo que no está acostumbrada. Las redes sociales son un gran avance, sí, pero también son un hervidero de personas cobardes que se escudan detrás de una pantalla y de un anónimo para insultar y machacar a otras personas simplemente porque son diferentes. Porque les gusta un tipo de música que no es el "habitual" o porque luchan por sus sueños aunque parezcan imposibles, por poner un par de ejemplos. Aún hoy en día hay gente que insulta a homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales porque son lo que quieren ser y porque se muestran tal y como son. ¿Y eso es malo? ¿La televisión, las revistas y la publicidad en general no se llenan la boca con frases del tipo "Sé tú mismo"? Por eso muchas personas llegan a esta conclusión: ¿De qué sirve serlo si vas a acabar insultado y denigrado hasta el punto en el que crees que más vale seguir a esa panda de borregos que hablan, escuchan y ven lo mismo solo porque es lo que está de moda?
Por eso es importante que todos sepamos que tenemos derecho a ser como queramos ser y a querer a quien queramos querer, sea hombre o mujer, por mucho que otras personas nos lo intenten impedir. Y no solo eso: tenemos derecho a hablar sin tapujos, a opinar sobre si nos gusta algo que a la mayoría no y viceversa sin ser considerados raros, sin ser insultados y sin tener que sentirnos menospreciados o inferiores. También tenemos derecho a quejarnos sin miedo, a ir a una tienda si has comprado un ordenador que no funciona y quejarte sin temor ninguno, porque estás en tu derecho.
Con esta entrada no pretendo hacer un llamamiento a la revolución ni nada parecido (aunque no vendría mal del todo, la verdad, y menos con los tiempos que corren...). Podemos quejarnos y dar nuestra opinión siempre y cuando se haga con el respeto y las palabras adecuadas. Yo soy la primera que se enciende al leer críticas o reseñas negativas de un libro que me ha encantado, por ejemplo, pero como he dicho antes no todos tenemos los mismos gustos y en eso reside el encanto del mundo que nos rodea. Y siempre que una crítica negativa se haga con la intención de construir, y no de destruir, es bienvenida. De todas las personas se pueden aprender cosas nuevas, y al fin y al cabo todos somos eso: personas. No importa nuestra cultura, nuestra religión o el color de nuestra piel... Vamos a acabar todos el el mismo lugar. Y por descontado ninguno de nosotros somos superiores ni inferiores que cualquier otra persona. Hay una frase de la Oreja de Van Gogh que siempre me ha gustado, que encaja mucho con lo que quiero expresar y que dice así: La vida más pequeña vale mil veces más que la nación más grande que se invente jamás.
Pues eso.
En algún momento de mi vida me gustaría poder pensar de verdad que nos hemos convertido en una sociedad liberal, tolerante y progresista que vela antes por el bienestar de sus ciudadanos que no por el dinero y el poder... Y aunque es difícil estoy segura de que vamos por el buen camino. Por eso me gustaría deciros que no malgastéis tiempo en cosas sin importancia... Gastadlo en sentir, en querer, en elogiar y en perdonar. Al fin y al cabo... aquí solo estamos de paso.
¡Nos leemos pronto!