viernes, 24 de febrero de 2017

Lion

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Después de varias semanas queriendo ir al cine a ver Lion al final me decidí a ir ayer aprovechando que quedan apenas dos días para la entrega de los Oscar. Desde que vi el trailer de esta película quise verla; no sé por qué me llamó la atención pero quería verla antes de la ceremonia de premios, antes de saber si se iba a llevar alguna estatuilla para ver si realmente se las merecía (en el caso de que gane alguna). 

Pues bien, Lion (2016), dirigida por Garth Davis, explica la historia basada en hechos reales de Saroo (Sunny Pawar en la infancia y Dev Patel en la adultez), un niño indio que con solo cinco años se perdió a miles de kilómetros de su casa, que vagó por las calles de Calcuta sin que nadie le ayudara (y quien lo hacía solo lo hacía para sacar provecho) hasta que fue adoptado por un matrimonio de Australia (Nicole Kidman y David Wenham). Cuando Saróo crece empieza a recordar de nuevo su infancia, esos meses que pasó solo sin su madre biológica y sin sus hermanos y decide, gracias a sus amigos y con la ayuda de su pareja (Rooney Mara), buscar de dónde proviene y dónde está su familia biológica. 

Parece muy cliché, y en parte lo es, al menos la segunda parte de la película, pero la primera hora es... una maravilla. Me gustó muchísimo todo el film, pero los en primeros minutos en los que se nos introduce a Saroo y conocemos a ese niño pequeño que termina perdiéndose y malviviendo entre pobreza y personas egoístas no podemos hacer más que empatizar con él. Yo solo quería meterme dentro de la pantalla y abrazarlo, de verdad que sí. Como he dicho, la primera parte de la película es una delicia: la fotografía, los paisajes, la sensibilidad y la crudeza con la que el director nos cuenta la historia... a mí me encantó. Cuando Saroo es adoptado y, de alguna manera, salvado por esa nueva famila de australianos, me dio la sensación de que el film se convertía en la típica película de familias felices y orgullosas, pero me continuó gustando, solo que un poquito menos. Personalmente disfru mucho la interpretación de Dev Patel; ya lo había visto trabajar antes en Skins y en The Last Airbender, pero en Lion me confirmó lo buen actor que es y lo mucho que puede transmitir con una mirada. Ahora bien, como Sunny Pawar ninguno, porque con esa carita consiguió destrozarme el corazón en más de una escena.

Sin embargo, lo que más me gustó de todo es lo mucho que me hizo pensar en lo afortunados que somos teniendo lo que tenemos y viviendo como vivimos. A veces nos quejamos por cosas que nos molestan, la mayoría de veces chorradas, sin pensar en que en la otra punta del mundo (y a veces incluso más cerca) hay gente que ni siquiera puede llevarse una miga de pan a la boca. Por eso debemos valorar mucho más a las personas que tenemos cerca, a nuestros seres queridos y dejar de quejarnos por nimiedades. 

Lion está nominada a seis Oscar. Creo que tiene posibilidades de llevarse alguno; quizá el de Mejor Fotografía, pues dudo que se lleve el de Mejor Película (he leído muy buenas críticas sobre Manchester frente al mar y Moonlight, y por descontado está La La Land, la favoritísima), y personalmente no me parece que Nicole Kidman se merezca el de Mejor Actriz Secundaria, pero veremos qué pasa. Haciendo mi pequeña quiniela aquí entre nosotros, creo que el de Mejor Actor se lo llevará Casey Affleck por Manchester frente al mar, el de Mejor Banda Sonora será para La La Land y tal vez Dev Patel se lleve el de Mejor Actor Secundario. Obviamente después no acierto ninguno, pero nunca se sabe. Por mi parte espero que a Lion se le reconozca algún mérito, pues sin duda es una gran película llena de mucha fuerza y que consigue que el espectador se meta de cabeza en la historia. 

¿La habéis visto? ¿Tenéis pensado hacerlo? ¿Quiénes creéis que serán los ganadores en los Oscar? Mostradme vuestra quiniela. 

¡Nos leemos pronto! 🦁 

viernes, 10 de febrero de 2017

Dirty Dancing, el espectáculo

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Ayer fue el día del estreno en Barcelona de Dirty Dancing, el espectáculo, la obra teatral basada en la película homónima de 1987 dirigida por Emile Ardolino y protagonizada por Patrick Swayze y Jennifer Grey. Es una película que, seguramente, todos conocemos, que todos hemos visto y que todos hemos disrutado en mayor y menor grado. Yo soy de las que la disfruta como una condenada cada vez que la ve y que, durante la hora y cuarenta minutos que dura se sumerge en esa historia (que tiene sus más y sus menos, desde luego) en esa música y en esos bailes tan desaforados.

Pues bien, ayer fui al estreno con mi hermana (quien es incluso más fan que yo de la película), las dos emocionadas por lo que estábamos a punto de ver pero también algo inseguras porque no sabíamos cómo iban a plasmar en una obra teatral una película que nos sabemos de memoria, diálogos incluídos. Admito que no suelo ir al teatro muy a menudo porque prefiero ir al cine; si voy al teatro es por algo que realmente me interesa, por lo que no soy una experta ni mucho menos en esta rama del arte, así que me choca que en este caso algunas de las escenas se dieran tan deprisa. Comprendo que en una obra como Dirty Dancing no puede haber tantas pausas dramáticas como sí las hay en la película, pero me dio la sensación de que algunas escenas pasaban muy apresuradas y que no te daba tiempo a digerir una porque ya estabas viendo la siguiente. 

Sin embargo, lo más importante de esta obra son los bailes y... señores y señoras, qué bailes. Qué movimientos, qué sensualidad, qué ganas de levantarme de la butaca, bajar al escenario y ponerme a bailar con los bailarines. Me encantó que hubiera música en directo, pues en según qué escenas aparecía una pequeña orquesta acompañada de una cantante maravillosa que nos deleitó a todos los espectadores con una pedazo de voz que a mí me dejó tiesa en el asiento. Fue maravilloso escuchar en directo canciones como Yes o She's Like the Wind y cuando sonó Hungry Eyes (mi canción preferida de toda la banda sonora) mientras los actores bailaban e interpretaban las escenas de la película se me pusieron los pelos como escarpias.

Me encantó la reacción del público cuando apareció Johnny (Christian Sánchez) en escena, con gritos y aplausos, cuando interpretaron las escenas importantes y los diálogos clave (el "me da miedo salir por esa puerta y no volver a sentir en la vida lo que siento cuando estoy contigo" de Baby (Amanda Digón) fue apoteósico, yo os prometo que aplaudí como una perturbada), y aunque en algunas interpretaciones me faltó un poquito de sentimiento, creo que todos los actores y actrices estuvieron muy a la altura. Párrafo aparte para el señor Schumacher y para Lisa, la hermana de Baby, porque lo que me reí con ellos no tiene nombre.

Ahora bien, sin querer hacer spoilers (aunque quien haya visto la película no le va a sorprender, la verdad), hablemos de ese momento del final. Todos lo estábamos esperando con ganas, cuando Johnny regresa a Kellerman, va a buscar a Baby y se ponen a bailar mientras suena el famosísimo Time of my Life. El momento más esperado de toda la obra era sin duda el salto. El salto que fue una completa delicia. El teatro casi se vino abajo entre aplausos y vítores y yo casi me puse a llorar ahí en medio de la emoción (recordad que yo lloro hasta con una película de humor). Fue el broche perfecto que necesitaba la obra. Por mi parte solo puedo felicitar a todo el equipo y en especial a los bailarines porque lo hicieron de maravilla, y tanto mi hermana como yo salimos del Tívoli todavía más enamoradas de Dirty Dancing si cabe.

Si os gusta la película y si tenéis la oportunidad de ir a ver la obra, por favor, hacedlo, seguro que no os arrepentiréis, y creedme cuando os digo que no podréis tener los pies quietos en la butaca; solo querréis poneros en pie y bailar. 

¡Nos leemos pronto! 🕺🏻