Crisis, no tiene otro nombre

Uno de los rinconcitos de mis libros

¡Hola! Aquí estoy de nuevo para escribiros sobre un tema que me preocupa. Los que me conocen bien saben que nunca le digo que no a un buen libro... o a cualquier libro que se me ponga por delante. Me encanta leer y toooooooodo lo que tenga que ver con la lectura (contemplar las portadas, oler las páginas...). Si fuera millonaria me gastaría una buena parte del dinero comprando libros y sería muy, muy feliz trabajando en una librería o en una biblioteca. Me encanta leer novelas y ver después sus respectivas adaptaciones cinematográficas para críticar/comentar sus parecidos y sus diferencias, y compartir a través de las redes sociales mi opinión con los demás seguidores o fanáticos.

Pues bien, tal como indica mi lista de libros leídos de Goodreads (en la columna de la derecha, abajo) llevo desde junio, o sea cinco meses, sin ser capaz de terminar un santo libro. Por ese motivo no he escrito apenas ninguna entrada en la sección de libros del blog. Empezó a ocurrir cuando comencé a leer Buscando a Alaska de John Green. Que conste que no le estoy echando la culpa al libro ni mucho menos, pero ahí empezó mi terrorífica crisis lectora. No pude leer más de veinte páginas porque me pareció aburrido, lo admito, y durante unas semanas se me quitaron las ganas de leer. Intenté ponerme con otros libros, pero no había manera de que ninguno de ellos me atrapara y me hiciera tener el trasero pegado a la silla durante más de veinte minutos seguidos, así que lo achaqué a los nervios previos a mi entrega del trabajo de Final de Carrera. 

Tras entregarlo y superarlo, me dije que quizá me vendría bien releer uno de mis libros favoritos, así que volví a la carga con Tokio Blues de Haruki Murakami y... nada. Lo tengo a medias e intentaré terminar de leerlo, lo prometo, pero por ahora no puedo, es superior a mí. He ido muchas veces a la biblioteca y me he llevado varios libros que ni siquiera he abierto porque no tenía ganas de ponerme con ellos, quizá porque simplemente me apetecía hacer otras cosas (ver películas, escribir...), pero admito que me duele no ser capaz de pasarme una tarde entera leyendo, como hacía antes, y me da miedo no ser capaz de volver a hacerlo. 

Sin embargo, el otro día volví a la biblioteca y creo que encontré una luz al final del túnel. Me llevé una película (de la cual os hablaré próximamente, seguro) y un libro de mi admirada Nora Roberts, La testigo, y en un día me leí 127 páginas. No sé por qué, supongo que porque esta mujer es mi comodín: cuando necesito leer algo ligero y sencillo recurro a ella o cuando me apetece ponerme romántica (lo que suele ser a menudo) también. Puede que muchos tengan a Nora Roberts como a una autora para "señoras mayores" pero a mí sus libros me encantan y nunca me ha decepcionado con ninguna de sus novelas. El caso es que me queda muy poco para terminar de leerlo, y aunque no llevo el mismo ritmo lector que llevaba antes, estoy muy contenta por estar a punto de ser capaz de terminar un libro después de cinco meses sin hacerlo. 

Quizá todo esto de la crisis o el bloqueo del lector parece una tontería, pero los que estamos acostumbrados a leer con frecuencia sufrimos al ver que no somos capaces de terminar un libro, por muy corto que sea. Así que si llego a terminar el libro de Nora (que lo haré, seguro) me lo tomaré como una pequeña victoria y seré tremendamente feliz. 

Si como yo os consideráis ávidos lectores, ¿os ha ocurrido alguna vez? ¿Se os han quitado las ganas de leer durante un corto o largo espacio de tiempo? Me gustaría saberlo para así compartir opiniones y situaciones.

¡Nos leemos en la siguiente!